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Un árbol de navidad



Contemplando la hermosura de un árbol de Navidad, me pregunto: ¿qué significa ese abeto para mí?
El árbol de hoja perenne simboliza a Jesús, que vive inconmoviblemente en mi corazón. No muere en el invierno de mis dificultades, sino que siempre me acompaña.
La estrella en la punta del árbol es como aquel lucero inolvidable que alumbró el camino hacia el humilde primer hogar de mi Salvador hace más de dos mil años. Me recuerda, asimismo, que mire siempre hacia arriba, que en todo momento hay una estrella que resplandece de esperanza, aun en mis noches más oscuras.
Los adornos simbolizan todo lo que es bueno y me colma la vida de alegría y variedad. No dedico tiempo con la suficiente frecuencia a agradecer a Dios las bendiciones que me da, e incluso las circunstancias tristes y los momentos difíciles que han hecho de mí quien soy hoy en día. La vida no sería vida sin la alegría y la tristeza, el bien y el mal.
¿Y las luces de colores? Me recuerdan a lo que hace Dios para iluminar mi camino por la vida. «Lámpara es a mis pies Tu palabra y lumbrera a mi camino» (Salmo 119:105). No tengo motivo para sentirme sola jamás.
Y por último, los regalos al pie del árbol simbolizan los que yo le hago a Jesús. Al fin y al cabo, es Su cumpleaños. Le doy obsequios cada vez que entrego algo de corazón a los demás. Todas estas cosas hacen la Navidad.

* * *
Los regalos de más valor son a base de amor manifestado en forma de tiempo, amistad, compañía, generosidad, perdón y comprensión.

* * *
Lo más importante de la Navidad no son los regalos que se hacen, sino el amor que se brinda.
 
Amanda White

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