Tomás es un chico de siete años que vive con su mamá, una pobre costurera, en su solo cuarto, en una pequeña ciudad de Escocia. La víspera de Navidad, en su cama, el chico espera, ansioso, la venida de Papá Noel. Según la costumbre de su país, se coloca una media de lana, esperando encontrarla, a la mañana siguiente, llena de regalos.
Pero su mamá sabe que no habrá regalos de Navidad para Tomás. Para evitar su desilusión, le explica que hay bienes visibles, que se compran con dinero, y bienes invisibles, que no se compran, ni se venden ni se ven, pero que lo hacen a uno muy feliz: como el cariño de la mamá, por ejemplo.
Al día siguiente, Tomás despierta, corre a la chimenea y ve su media vacía. La recoge con emoción y alegría y se la muestra a su mamá: "¡Está llena de bienes invisibles!", le dice, y se le ve feliz.
Por la tarde va Tomás al salón parroquial donde se reúnen los chicos, cada cual mostrando orgulloso su regalo. "¿Y a ti, Tomás, qué te ha traído Papá Noel?", le preguntan.
Tomás muestra feliz su media vacía: "¡A mí me ha traído bienes invisibles!", contesta. Los chicos se ríen de él.
Algunos niños pueden tener los mejores regalos del mundo, pero no son felices. En cambio, Tomás había descubierto, gracias a su mamá, el camino a la felicidad.
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